domingo, 11 de octubre de 2015

IMPUESTOS DIRECTOS. INVERSIÓN EN SERVICIOS PÚBLICOS

Los impuestos directos son aquellos que pagamos los ciudadanos y ciudadanas por los ingresos Y patrimonios que tenemos. IRPF, impuestos patrimoniales, de sociedades, de donaciones...

Los impuestos indirectos son aquellos que no se aplican directamente sobre los ciudadanos y ciudadanas, sino sobre aquello que se puede comprar, aprovechar, utilizar... El caso más claro es el IVA.

Lo que realmente nos ocupa y preocupa en esta entrada son los impuestos directos. Estos son el mayor recurso que tienen las Administraciones Públicas para poder ingresar dinero en sus arcas. Esto se hace más evidente cuando hablamos de las Administraciones Locales y máxime si sus ingresos en plusvalías por inversión son pocas o ninguna

El gran debate existente sobre la idoneidad de subir o bajar impuestos no es más que una cortina de humo para desviar la atención. Los impuestos son un mal necesario que hay que afrontar para la subsistencia de toda Administración Pública. Lo que hay que exigir a nuestros gobernantes es que estos se recauden y gestionen con responsabilidad.

Ahora bien, una vez dicho esto, impopular pero real, estamos en disposición de decir que los impuestos son la inversión que hacemos los vecinos y vecinas a cambio de recibir unos Servicios Públicos de calidad

Como mencionamos anteriormente, los gobernantes deben responsabilizarse de la recaudación y gestión de estos. 

RECAUDACIÓN

No es cuestión de que los que más tienen paguen más o menos, sino de que paguen por lo que tienen. Ahí es donde radica uno de los mayores problemas. Los que más tienen suelen ser los que menos pagan de manera proporcional. No estamos diciendo que cometan ilegalidades de forma genérica, sino que existen mecanismos legales que les facilita pagar menos. Esto obliga a que el mayor peso recaudatorio recaiga sobre el resto de ciudadanos y ciudadanas. El que tenga 10 que pague por 10 y el que tenga 1 que pague por uno. ¡Tan sencillo como eso!

Aquí es donde viene una de las mayores controversias. ¿Qué pasa con aquellos que pasan dificultades? y ¿Con aquellos que amagan con no invertir sino se les "motiva"?
Aquí es donde entra la gestión. Esta debe ser siempre mirando por el bien de los vecinos y vecinas. Debe hacerse bajo una sola premisa. El rédito nunca puede ser inferior al coste. 

"La virtud de toda norma está en su flexibilidad"

GESTIÓN

Ante las preguntas formuladas anteriormente diremos que la solución no es tan complicada. 

La respuesta a la primera pregunta es solo cuestión de encuadrarla dentro del contexto correcto. Las ayudas a los más necesitados (becas, ayudas familiares, ayudas sociales...)  no hay que ponerlo en la columna de costes sino en la columna de réditos.
Como ya hemos dicho anteriormente, los impuestos son una inversión que hacemos los ciudadanos y ciudadanas para obtener unos Servicios Públicos de calidad
Dotar de espacios, exigir los medios a instituciones superiores y tener la voluntad de crear las infraestructuras necesarias para poder ofrecer centros de salud, tejido educativo y cultural, calles limpias, jardines cuidados, servicios sociales comprometidos, una seguridad ciudadana y cercana, vivienda pública, desarrollo de planes que velen por la infancia, juventud, igualdad, mayores y un largo etcétera, hace de una Ciudad un valor social y humano de muchos quilates.  

Hay que tener un concepto claro. Una Administración Pública bien gestionada no debe hacer de los Servicios Públicos un negocio para obtener riqueza material, sino social y humana. Para eso ya están, entre otros, los impuestos.

Como respuesta a la segunda pregunta decir:
Imaginemos una empresa que pretende invertir en nuestra ciudad. Ofrece una serie de ventajas para la ciudad, entre ellas la creación de "X" puestos de trabajo, A cambio solicita "flexibilidad"a la hora de pagar impuestos. Tendremos que tener en cuenta el rédito obtenido para la Ciudad y el coste que va a suponer para esta. Si la operación interesa habrá que tener un control absoluto sobre esa empresa para que cumpla con lo prometido. En caso contrario hay que asegurarse una sanción que compense el coste empleado. 
Siguiendo con el mismo ejemplo y centrándonos en el empleo, por ejemplo, imaginemos que esta empresa y tras la licitación correspondiente, se compromete a la creación de 20 puestos de trabajo, con carácter indefinido y de calidad, solicita a cambio una reducción impositiva.  
Hacemos el estudio pertinente y llegamos a la conclusión que el coste de reducción  impositiva se compensa con los ingresos que vamos a obtener gracias a que estas familias podrán aportar su granito de arena tras la obtención de un trabajo de calidad. No se compensaría por el hecho de la creación de 20 puestos de trabajo sin más y adelgazar así las estadísticas, sino por la capacidad económica obtenida por estas familias. En este caso la operación sería buena para la Ciudad y por tanto se podría llevar a cabo. Eso si, siempre vigilando que no se incumplan las condiciones

En Alcorcón nos encontramos con una realidad preocupante. El ingreso por plusvalías de inversiones en los últimos cuatro años es un número redondo, cero. Ni la recaudación ni la gestión cumplen con su cometido. Ya no es que paguemos unos impuestos elevados, que es así, sino que no se recaudan ni gestionan mirando a los vecinos y vecinas. Se hace de una manera interesada para unos, perjudicando a otros.
Es como si el presidente o presidenta de una comunidad de vecinos decide eliminar el ascensor porque él o ella, viven en el bajo y sus más allegados en el primero, sin pensar en los que viven más arriba. A cambio decide poner en el descansillo un busto de su héroe favorito.

Conclusión

El problema no es subir o bajar impuestos. De nada sirve bajar los impuestos si con ello tenemos que eliminar el ascensor, o peor aún, subirlos para poder poner el busto y que sea el del primero quien lo haga. 
Se trata de tener una carga impositiva responsable, bien recaudad y mejor gestionada.

"El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca"

Immanuel Kant

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